miércoles, 20 de julio de 2011
miércoles, 13 de julio de 2011
Échalo a andar, 2011
Los seres humanos, animales irracionalmente racionales, jugamos a que vivimos y vivimos como jugando. Inventamos, construimos, creamos… jugamos. Y en nuestro afán de hacer nuestra vida más fácil, creamos nuevas necesidades y las hacemos imprescindibles para luego depender de ellas y entramos en ese juego interminable que significa vivir - y lo hacemos con pasión- como si fuera lo único que tenemos por delante… o quizás lo último.
¿Qué inventamos?, máquinas peligrosamente inmensas, mucho más grandes de lo que podemos imaginar, grandes juguetes insensatos que imitan a la naturaleza como para protegernos de ella y, sin embargo, no lo conseguimos. Es ella, la naturaleza, quien ahora nos reclama y nos obliga a seguir jugando; no podemos detenernos, tan solo lo hacemos para pensar en nuevos juguetes -que superen a los que acabamos de inventar- y que ahora vemos como inservibles porque ya no sabemos para qué era que los necesitábamos. Estamos ganando la batalla, pero aún no la guerra y no sabemos si al fin venceremos o perderemos. No conocemos las reglas, y menos a nuestros adversarios. Sólo sabemos que hay que seguir jugando; pues de ese juego dependen nuestros sueños.
lunes, 27 de junio de 2011
Déjate de juegos: Dédalo 2010
Jugamos a la guerra. Somos los delfines que endulzamos al rey para, a través suyo, gobernar. Nos sumergimos en el poder del dinero y disfrutamos acumulando objetos. Finalmente, ya cansados de esta búsqueda, dejamos que azar decida.
Jugamos, jugamos, jugamos. Permanentemente jugamos. Y al igual que en la vida, queremos huir de la vileza y sin embargo estamos inmersos en ella, sin dejar paso a nuestros espíritus, muchas veces desenfrenados, caóticos y sedientos de beber del manantial del misterio de la vida.
Y nos olvidamos que al final, cuando nos toque irnos, solo dejaremos recuerdos, lágrimas… razones para seguir soñando… para seguir jugando…
Cruce de líneas: Municipalidad de San Isidro, 2008
Inclasificables-Incalificables: ICPNA 2004
La magia de la madera, los cristales, el vidrio, el papel todos son pequeños y traviesos integrantes que se confabulan en esta gran faena de reanimar objetos inanimados, convirtiéndolos en personajes vívidos, reales, mágicos y a la vez cotidianos. Objetos que, a través de la energía humana, pueden sentir y también transmitir sentimientos de tranquilidad belleza y confort, con el transcurrir del tiempo se convertirán en nostalgia, nostalgia de vivir nuevamente momentos pasados y recordar que formaron parte de un sentir, de una vivencia.
La compañía de la belleza inanimada no es sólo algo superficial, sin sentido: es una mezcla de emociones que conforman nuestro paseo por el tiempo. Cuántas veces recordamos un objeto, un juguete, un mueble, un espejo. Recordamos con añoranza no el objeto en si, sino todo lo que conlleva: memorias, recuerdos, imágenes, olores que se entremezclan y que de pronto, forman parte de un momento pasado o quizás hasta de un momento imaginado, no vivido pero si deseado.