lunes, 27 de junio de 2011

Déjate de juegos: Dédalo 2010

Al inicio de nuestra vida aprendemos a jugar, y es a través de estos juegos, que aprendemos a vivir. En ellos volcamos nuestras emociones, sueños, anhelos, dudas, y hasta algunas de nuestras pesadillas y pasiones, que son la esencia para encontrar nuestra verdad. A lo largo de esta búsqueda pertinaz y barroca exploramos nuestras tentaciones y miserias, nuestra lujuriosa vanidad, la codicia y el ansia de poder.

Jugamos a la guerra. Somos los delfines que endulzamos al rey para, a través suyo, gobernar. Nos sumergimos en el poder del dinero y disfrutamos acumulando objetos. Finalmente, ya cansados de esta búsqueda, dejamos que azar decida.

Jugamos, jugamos, jugamos. Permanentemente jugamos. Y al igual que en la vida, queremos huir de la vileza y sin embargo estamos inmersos en ella, sin dejar paso a nuestros espíritus, muchas veces desenfrenados, caóticos y sedientos de beber del manantial del misterio de la vida.

Y nos olvidamos que al final, cuando nos toque irnos, solo dejaremos recuerdos, lágrimas… razones para seguir soñando… para seguir jugando…


Cruce de líneas: Municipalidad de San Isidro, 2008



Al abrir los ojos descubrí que se habían marchado. Su ausencia es testigo de otras vidas que dejaron huellas por cada uno de sus rincones. Sus muros quedaron impregnados de recuerdos. Todavía puedo sentir sus latidos, sus risas, sus lágrimas. Siguen ahí, despertando mis angustias y mis alegrías, convirtiendo mi soledad en recuerdos, los recuerdos en colores y los colores en millones de gotas del sudor frío que produce la nostalgia. Tiempos ya vividos que tal vez volverán convertidos en oraciones. Quizás ya regresaron y se quedaron silenciosos, para no ser descubiertos.
Lo cierto es… que nunca se fueron…AHORA SON HISTORIA.



Inclasificables-Incalificables: ICPNA 2004


La magia de la madera, los cristales, el vidrio, el papel todos son pequeños y traviesos integrantes que se confabulan en esta gran faena de reanimar objetos inanimados, convirtiéndolos en personajes vívidos, reales, mágicos y a la vez cotidianos. Objetos que, a través de la energía humana, pueden sentir y también transmitir sentimientos de tranquilidad belleza y confort, con el transcurrir del tiempo se convertirán en nostalgia, nostalgia de vivir nuevamente momentos pasados y recordar que formaron parte de un sentir, de una vivencia.

La compañía de la belleza inanimada no es sólo algo superficial, sin sentido: es una mezcla de emociones que conforman nuestro paseo por el tiempo. Cuántas veces recordamos un objeto, un juguete, un mueble, un espejo. Recordamos con añoranza no el objeto en si, sino todo lo que conlleva: memorias, recuerdos, imágenes, olores que se entremezclan y que de pronto, forman parte de un momento pasado o quizás hasta de un momento imaginado, no vivido pero si deseado.